1. El impacto que generamos: La medición es esencial para saber qué tipo de resultados generan nuestras acciones, los riesgos que conllevan y si son positivos o negativos, tanto para nuestra organización como para nuestros grupos de interés y para el entorno que nos rodea.
2. Estándar de referencia: No han ninguno que siga pautas consensuadas, pero sí que se pueden encontrar diversos marcos de medición impulsados por el entorno inversor con variables de impacto social, económico y medioambiental. Se recomienda consultar las directrices marcadas por el Impact Management Project.
3. Aspectos a evaluar: Hay que dar una métrica concreta a cada elemento evaluable en base al propósito de la organización, pero también a las necesidades, requerimientos y expectativas de los grupos de interés.
4. Verificar la información recabada: Revisándola y comparándola con criterios externos para garantizar que es fiable, completa y precisa. O también fomentando diálogos transparentes con los grupos de interés para que nos aporten diferentes percepciones. Todo con el fin de identificar nuevas oportunidades y enriquecer el diseño de estrategias.
5. Integrar y actuar: Con toda la información recabada hay que tomar decisiones, adoptar nuevas medidas y corregir actuaciones que no han tenido el resultado esperado. Y también comunicar los impactos generados, compartir el conocimiento adquirido y compararlo con el de otras organizaciones, para seguir mejorando a través del benchmarking.
La medición del impacto y de los resultados de las estrategias diseñadas por una organización son una parte muy importante del Modelo EFQM, una herramienta eficaz para abordar el cambio y enfocar procesos de innovación y sostenibilidad. Si tienes dudas sobre cómo abordar esta medición, consúltanos, desde el Club Excelencia en Gestión podemos ayudarte.